En primer lugar hay que destacar que no es lo mismo la leña recién cortada cuando aún está verde que una leña que una vez cortada ha sido almacenada como mínimo un año. Esta leña ya está seca y quema con más facilidad que la leña verde. Si queremos hacer un buen fuego este es el primer punto a tener en cuenta.
En segundo lugar, no es lo mismo una leña seca que una leña que ha estado a la intemperie y está húmeda. Nuevamente, la diferencia puede ser muy grande en el momento de encender nuestra chimenea o estufa. Además en el momento de comprarla pesa más la leña húmeda que la leña seca. Nuestra empresa desde el inicio ha apostado por disponer de leña seca y protegida a cubierto pero ventilada para que mantenga un nivel de humedad muy bajo y permita una combustión óptima en el momento que nuestros clientes la adquieren.
Un cierto grado de humedad es positivo dado que hace que la combustión sea más lenta, pero cuando ésta es excesiva, quema peor, desprende menos calor y genera más residuos que ensucian los tubos de nuestra chimenea, haciendo que la limpieza de la misma deba ser más a menudo. Alemania, país muy concienciado con el medio ambiente, emite anualmente estudios respecto al consumo de leña que demuestran claramente que el volumen de emisiones de gases a la atmósfera se pueden llegar a multiplicar un 300 % en el caso de quemar leña muy húmeda.
Tenga presente por tanto en el momento de realizar su compra que la leña esté bien seca y si compra grandes cantidades por uno o dos años, almacenela en un lugar a cubierto pero ventilado, lo que favorecerá que vaya madurando y conservando el grado de humedad óptimo para el momento de su utilización.